“Había mucha congestión de gente”, dijo el cordobés rescatado del Everest

CORDOBA. Ricardo Birn, un cordobés de 51 años, debió ser rescatado por un helicóptero cuando había llegado a los 8400 metros del Everest, la montaña más alta del mundo (8848 metros) y en la que los escaladores sueñan con hacer cumbre.

El hecho se produjo el miércoles, cuando se registró una congestión de alpinistas. Así se formó una larga fila de deportistas que trataban de llegar a la cima. Ese mismo día murieron dos montañistas, el estadounidense Donald Lynn y la india Anjali Kulkarni, ambos de 55 años.

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Cuando le faltaban menos de 500 metros para hacer cumbre, Birn no se sentía bien: tosía con sangre y tenía dolores en la zona de las costillas. En 2017 ya había intentado llegar al techo del mundo, pero debió regresar desde los 8700 metros por problemas en un ojo, congelamiento en los dedos del pie e insuficiencia de oxígeno.

El cordobés rescatado del Everest
El cordobés rescatado del Everest

“El problema fue que había mucha congestión de gente, que los tiempos no eran reales, no era lo que esperaba originalmente. Cuando llegué al balcón, aún me quedaban unas tres horas más para alcanzar la cumbre”, dice Birn a LA NACION desde el hospital de Katmandú, donde está internado.

“Miré para arriba y vi las lucecitas y pensé que serían cinco horas para llegar y otras tanta para bajar. Tosía fuerte y empecé a escupir sangre. Los dolores eran muy intensos y pensé que había hecho un neumotorax”, relata. Frente a ese panorama, con su sherpa decidieron bajar en unas cinco horas hasta la zona conocida como Campo 3.

“Se hizo de noche, me metí en la carpa. Sólo podía sobrevivir. Con un teléfono satelital que tengo empecé a comunicarme con mi esposa y ella iba coordinando desde la Argentina. Le expliqué que había que hacer algo excepcional, que es que el helicóptero llegara a ese campo, porque habitualmente sólo llegan al dos. Eso se ha hecho pocas veces”, señala.

Los helicópteros de rescate llegan a esa zona, más abajo de donde estaba el alpinista cordobés. Por eso, pidieron que se hiciera una excepción. Él estaba convencido de que no llegaría solo con su acompañante hasta el Campo 2. “No podía más. No podía caminar ni un paso más. Ya no respiraba”, indica.

Birn cuenta que se inyectó Dexametasona, un potente glucocorticoide sintético que se usa habitualmente para combatir los edemas pulmonares en la alta montaña. Indica que el sherpa lo ayudó a equiparse y a tomar la cuerda que tiró el helicóptero: “A puro grito de dolor me izaron y en 10 minutos, en medio de una odisea, llegamos al campo base, donde me ayudaron, me metieron en el helicóptero y así llegué al hospital”.

Está internado, con tratamiento. Tiene la pleura del pulmón derecho inflamada, neumonía y una infección. “Me monitorean, me alientan y me ayudan mucho. Espero recuperarme en los cinco días que me quedan”, afirma.

Por: Gabriela Origlia / www.lanacion.com.ar / www.lavoz.com.ar
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