El Instituto de Prevención Sísmica (Inpres) confirmó este viernes a primera hora un sismo en el noreste del territorio pampeano.
De acuerdo con el informe oficial del organismo, el temblor se reportó a las 6.06 de la mañana, fue de 28 kilómetros de profundidad, 4.1 de magnitud, 36.044 de latitud y 66.500 de longitud. El Inpres indicó que se ubicó a 5 kilómetros de Quemú Quemú y a 96 kilómetros al noreste de Santa Rosa.
A través de redes sociales, pobladores de Quemú Quemú dieron a conocer la noticia como así también en otras localidades de la provincia como Relmo, Miguel Cané y hasta General Pico y Catriló donde sus habitantes sintieron un ligero movimiento. Según el Inpres, los efectos provocados en Quemú Quemú fueron objetos colgantes que pudieron oscilar. En General Pico y Catriló lo percibieron algunas personas en reposo, y en Santa Rosa fue sentido levemente por personas en reposo o en edificios.
Lo curioso es que hace un año, para estas fechas, se había registrado un episodio similar:
#Ahora Tiembla La Pampa. Un nuevo temblor se sintió en nuestra provincia. Según el INPRES (Instituto Nacional de Prevención Sísmica) fue de 3,7°.
El 29 de junio un sismo de 3,2° se había sentido en Caleufú. pic.twitter.com/GBIiB25BMG— Gastón Borasio (@gastonborasio) July 19, 2019
Autoridades asombradas
«Realmente no se podía creer, fue un estruendo tremendo», describió una fuente policial de la zona. «El temblor fue muy grande pero por suerte no se registraron daños ni heridos», expresaron los voceros. Ampliaron que tampoco hubo llamados de vecinos a la comisaría.
«El sismo también se sintió en Relmo, Uriburu, y en Miguel Cané, entre otras localidades», indicaron al definir que «las cosas, por ejemplo de las viviendas, no se alcanzaron a mover». Indicaron que más de un vecino se levantó temprano y salió fuera de sus casas pese al frío invernal para saber quér era lo que estaba pasando. «Afortunadamente, no pasó a mayores», completaron.
A su turno, un vecino contó: «Alrededor de las 6 estaba levantado, me acosté de vuelta, y sentí como si pasara un camión cargado por la calle después de la lluvia y con surcos», recordó el geólogo, Carlos Camiletti, que vive en el barrio Lowo Che en Toay. Y agregó: «Sentí como un tipo de vibración que empezó muy despacio, se fue incrementando, y después bajó». Indicó que vibraron los vidrios y un poco las persianas de su vivienda. Y sostuvo: «Acá se sintió perfecto».
Noticia de: El Litoral