Hay 53 pacientes en terapia y más de 8.500 camas disponibles en ese servicio

 

Las cifras del nuevo coronavirus y de su principal manifestación, el COVID-19, se modifican en forma permanente. Y también sus efectos. De todo eso da cuenta el informe diario que ofrece el Ministerio de Salud de la Nación que arrojó, para este lunes a la mañana, un total de 820 infectados (75 más respecto del último reporte) y 23 muertes en el país.

No fueron los únicos cálculos: se relevó además que hay 53 pacientes internados en terapia intensiva y que hay 8.560 camas de ese servicio disponibles para personas adultas en todo el territorio nacional.

El día después del anuncio oficial sobre la prórroga de la cuarentena obligatoria hasta que termine Semana Santa, es decir, el 12 de abril inclusive, el balance incluye también un total de 228 altas, de las cuales 219 son transitorias y 9 definitivas, o sea que pasaron con éxito todas las pruebas posteriores al período de la enfermedad.

El 54 % de los casos contados en el país son importados.

La recomendación es la misma que al inicio de la cuarentena: respetar el distanciamiento, quedarse en casa, salir para lo indispensable el menor tiempo posible. ¿Por qué? Porque “si baja la circulación de personas, baja también la transmisión del virus”, resumió la Secretaria de Acceso a la Salud Carla Vizzotti. Y advirtió que la salida de esta situación va a ser “gradual y planificada”.

Personas mayores

Uno de los grupos que requiere particular cuidado en medio de la pandemia es el de adultos y adultas mayores. Considerados “de riesgo”, tienen recomendación de trabajar desde sus hogares, aquellos que pueden hacerlo, y restringir el contacto con otras personas.

“Aislamiento físico no significa aislamiento social”, advirtió la infectóloga Miriam Rozenek en el marco del reporte diario de Nación. La experta aconsejó fortalecer las redes, no las tecnológicas sino las humanas, para acompañar de alguna manera a las personas que “viven el aislamiento como algo permanente”.

Asi, convocó a colaborar en la provisión de medicamentos y víveres para quienes tienen desaconsejado salir de sus hogares, pero también acompañar “con las palabras” para evitar que en esta población se acentúen los síntomas físicos o estados de ansiedad que traen consigo la soledad.

Fuente: El Litoral

 

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