Correré como un negro para vivir mañana como un blanco”. La frase que Samuel Eto’o disparó en su presentación como refuerzo de Barcelona en 2004 quedó marcada en la historia del fútbol internacional. Y lo mismo hizo el propio delantero camerunés, que se volvió uno de los jugadores africanos más preponderantes en el mundo con una extensa carrera de 22 años, 13 clubes, 718 partidos, 359 goles y 19 títulos. Pero, casi una década atrás, estuvo muy cerca de perder todo lo que había construido en base a su talento y sacrificio.
Según publicó Canchallena, todo comenzó en 2011, cuando Eto’o empezó a notar diferentes manejos extraños que no eran del todo claros. Según relata el diario español Marca, hubo dos hechos que sembraron fuertes dudas acerca de los asesores que le manejaban los asuntos legales: primero, se produjo una fuerte sospecha cuando no llegaba a Camerún todo el dinero que el futbolista le mandaba a su madre; y, segundo, cuando los proveedores de una discoteca que tenía en su país le reclamaban una serie de pagos que él ya había abonado.

¿Cómo se pudo llegar a una situación así? Eto’o le dio plenos poderes a Mesalles al firmar un contrato a los 22 años en 2003 cuando jugaba en Mallorca de España, por lo que el representante tenía la potestad de manejar absolutamente todo su patrimonio: comprar, vender, hacer transferencias y hasta cobrar los ingresos del jugador. Al haber depositado toda su confianza, su agente administraba un enorme capital, ya que, por ejemplo, el delantero había ganado más de 40 millones de euros entre 2006 y 2009 con la camiseta de Barcelona.
En la demanda, se explica que la sociedad era la dueña de numerosos bienes del camerunés: cuatro propiedades situadas en Palma, Barcelona y París, un edificio entero en Douala (Camerún), estacionamientos, trasteros y hasta un lujoso Bentley. Cuando el futbolista conoció que no tenía prácticamente nada de la sociedad y todas las acciones las poseía su representante o sociedades fuera de su dominio, también se encontró con que era deudor de múltiples préstamos que se habían concedido a dichas sociedades.

Mientras jugaba en Anzhí Majachkalá de Rusia, y antes de tramitar la demanda, Eto’o logró asesorarse y revocar todos los poderes que le había otorgado a la persona que fue su mano derecha de extrema confianza hasta 2011. Pudo rehacer su patrimonio y evitó quedarse en bancarrota, pero también afrontó diversos conflictos legales en España: en 2016, la Fiscalía pidió que el jugador sea condenado a 10 años y medio de cárcel por haber defraudado a Hacienda casi 3,5 millones de euros durante su etapa como jugador del Barça. La acusación, que incluía además una multa por más de 14 millones de euros por cuatro delitos de fraude fiscal, también cayó sobre Mesalles.
¿Qué ocurrió? Hacienda comprobó que el futbolista simuló la cesión de sus derechos a dos empresas (una española y otra húngara) para evitar impuestos de los ingresos millonarios que obtenía de la marca deportiva Puma. Frente a esto, Eto’o atribuyó sus problemas con la justicia al “asesoramiento desleal y fraudulento” de Mesalles, su “asesor, representante y abogado y se ocupaba de todos sus asuntos legales, económicos y fiscales”. Previamente, el delantero ya había querellado contra su antiguo representante por estafa y apropiación indebida y, en julio de 2013, el juez que investiga esa causa accedió a la petición del exjugador y le impuso a Mesalles una fianza de casi 15 millones de euros.
Fuente: Sin Mordaza